Reseña histórica sobre el origen del asentamiento que devino en la ciudad de Posadas
Reproducimos a continuación el artículo publicado por Julio Cantero donde aclara que no todos los historiadores de Posadas (e incluso no todos los de la Junta de Estudios Históricos) están de acuerdo con la postura de Kegler al respecto de la fecha a ser considerada como fundacional de la ciudad, hay quienes piensan que la fundación de parte de Roque Gonzalez es la correcta ya que se “funda en nombre del Rey de España” “con licencia del gobernador” en cambio la fecha de 1870 es un mero acto administrativo de una provincia regente (en dudosa legitimidad) de nuestro territorio y la documentación de este acto no incluye acta fundacional alguna sino es fruto meramente burocrático.
Mucho se habla del próximo cuadringentésimo aniversario de la fundación de Itapúa, aunque al parecer más se lo recuerda del lado paraguayo del río Paraná. Esto es paradójico pues Roque González de Santa Cruz fundó inicialmente la reducción en lo que hoy es el territorio de Posadas y sólo luego de más de una década el P. Boroa trasladó el asentamiento a la margen derecha del río, hoy Encarnación. Es así que el primer antecedente de asentamiento estable registrado por la historia, en el sitio geográfico que hoy ocupa la ciudad de Posadas, capital de la provincia de Misiones, es justamente esta reducción. Es más, a ella le debemos los posadeños ser hoy día un crucial punto de convergencias de vías de comunicación con activo tráfico de producción y contingentes humanos.
Nos proponemos en adelante compartir unas reflexiones sobre este hecho histórico protagonizado por la tribu del Cacique Itapúa y Roque González de Santa Cruz, ya hace cuatro siglos, en 1615. Trataremos de construir un relato de tono divulgativo pero la complejidad de las circunstancias históricas narradas y la meticulosidad necesaria para el análisis de las fuentes no siempre nos lo permitirán.
Esperamos brindar elementos para debatir temas claves como: ¿Dónde se fundó originalmente Itapúa? ¿Cuándo se trasplantó? Incógnitas que pueden tener respuestas o que pueden generarnos nuevos cuestionamientos no menos importantes como: ¿Fue este hecho el origen histórico de nuestra ciudad? Además consideramos muy importante la difusión de estos hechos históricos que marcan un verdadero hito en nuestra historia.
Posadas fue Itapúa
Muchos estudiosos jesuitas han dejado en claro que la actividad misionera de Roque González de Santa Cruz dejó fundada la reducción de Encarnación o Anunciación de Itapúa en la costa sur del río Paraná, hoy perteneciente al territorio argentino. Por ejemplo, el prestigioso Guillermo Furlong en su muy conocida obra “Misiones y sus pueblos de guaraníes” afirma:
“Donde hoy se halla Posadas, capital de la Provincia de Misiones, estuvo otrora la reducción de Nuestra Señora de la Encamación de Itapúa. Allí la fundó el Padre Roque González de Santa Cruz, el 25 de marzo de 1615…”[1].
Nicolás del Techo hace una referencia a la desaparecida “laguna” San José cuando afirma que Roque González
“ la víspera de la Encarnación llegó á Itapúa, lugar que dista por igual sesenta leguas de la desembocadura del Paraguay y de los confines del Guairá; su puerto es una laguna que desagua en el río…”[2].
La distancia deslizada por Nicolás del Techo, cuando escribiera su obra en la última década del S. XIX, analizada aunque más no sea precariamente, es compatible con la de los puntos geográficos mencionados, teniendo en cuenta que 1 legua es igual a 5,555 km, 60 leguas implicarían una distancia de 333,3 km, similar a la existente entre Posadas y la desembocadura de río Paraguay en el río Paraná, cercana a los 330 km.
También el sacerdote jesuita Leo Kohler, en 1978, escribió con claridad que la reducción de Encarnación o Itapúa fundada por Roque González el 25 de marzo de 1615, fue erigida originalmente en la costa, hoy Argentina;
“en la margen sur del río Paraná, en las inmediaciones del sitio donde se encuentra actualmente la ciudad de Posadas, capital de la provincia de Misiones.
La más antigua referencia a la elección de este lugar para asiento de una reducción jesuítica es la licencia extendida al P. Roque por su hermano Francisco González de Santa Cruz, Teniente Gobernador de la Ciudad de Asunción, para la fundación de ‘tres o cuatro reducciones en las partes y lugares que mejor le pareciera, y en particular, enfrente del Itapúa de la otra banda del Paraná’…”[3].
El hermano del P. Roque, Francisco González, escribía esto en Asunción, de modo tal que queda claro que “la otra banda del Paraná” es la costa sur. Posteriormente analizaremos más en detalle el valor de esta licencia y su trascendental significado.
El niño que acompañaba a Roque como ayudante y monaguillo, Miguel de Ávila, afirmaba en un testimonio certificado que diera en Asunción, en 1652, un comentario que indirectamente deja claro la banda del río en la que en primer lugar fundara Roque González la reducción de Itapúa cuando dice:
“… no tan acomodado ni bueno para los indios que se iban juntando se pasó el pueblo de ésta parte donde hoy está…”[4].
Cuando de Ávila daba este testimonio, Itapúa ya estaba en la costa norte, es el asentamiento que dio lugar a la ciudad que ahora conocemos simplemente como Encarnación, cabecera del departamento paraguayo de “Itapúa”.
Podemos citar más ejemplos de testimonios e investigadores que confirman esta situación histórica tales como Lozano y Blanco; pero sería monótono además de repetitivo pues, palabras más, palabras menos, dejan asentado la misma realidad histórica.
“Mayntzhusen dijo en su conferencia de 1942 en la Escuela Normal de Posadas, que esa celebración debía reunirnos fraternalmente a paraguayos y argentinos”; similar criterio manifestó “el P. Furlong en la disertación que haciera en el Club Social [de Posadas] en 1960, cuando afirma que ese acto que se había registrado como dijimos el 25 de marzo de 1615, representa la remota formación de nuestro pueblo”[5]
Fragmento de mapa en que entre 1609 y 1638 se observa a la reducción de “Itapúa” en la margen sur del río Paraná esta cartografía es reproducida por P. PABLO HERNÁNDEZ en su obra “LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LAS DOCTRINAS GUARANÍES DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS” Tomo I. Barcelona; Edit. Gustavo Gili. 1913. Pág 9.
Concepción moderna del hecho fundacional
El decreto de Rossi
Desde Fines de 1969 hasta mediados de 1973 fue gobernador el interventor Brigadier Mayor retirado Ángel Rossi, este funcionario firmó a principios de la década de 1970, el decreto Nº 1972 con fecha del 19 Agosto de 1970, que en su primer artículo estipula la fecha a ser recordada como fundación de Posadas y en el segundo promueve la primera organización de festejos conmemorativos de dicha fecha:
“Art 1° DETERMÍNESE como fecha de fundación de la actual ciudad de Posadas, capital de la Provincia de Misiones, el 8 de noviembre de 1870…”
Art 2° ENCOMIÉNDASE a la Comuna de la ciudad de Posadas la organización de los actos celebratorios de tales eventos…”
La fecha elegida es la “señalada por la Ley de la Provincia de Corrientes sobre la creación del departamento de Candelaria, que en su texto fija a Trinchera de San José como punto de residencia de sus autoridades…”[6]. Por lo tanto, “representa una designación en carácter de cabecera”[7], todo esto en información de Aníbal Cambas quien entre otros, llevó a cabo la investigación que pretendía hallar el “Acta Fundacional de Trincheras de San José” y que habiendo recorrido archivos misioneros, correntinos y bonaerenses, termina por asumir la “falta de registro de un acto expreso y declarativo de fundación”[8] de Trincheras… y por ende una fecha conmemorativa en tal sentido.
Aníbal Cambas había enviado el material documental recolectado para dar “intervención a la Academia Nacional de la Historia, [cumpliendo con un pedido de dicha Academia y sobre el cual sus miembros concluyen] que la fecha que corresponde a la fundación es la del 8 de noviembre de 1870”[9], en razones de la ley mencionada que declara a Trinchera sede de las autoridades del recientemente creado departamento de Candelaria.
Es así que el primer centenario de Posadas se festejaría, muy convenientemente para Ángel Rossi, durante su gobierno como interventor militar designado por el gobierno de Onganía. Él mismo había decretado solo meses antes la fecha de fundación.
Aníbal Cambas adhirió a esa fecha pero también él deja expresado en el primer punto de su informe elevado a la Academia Nacional de la Historia que está “establecido documentalmente que en el lugar del emplazamiento de la ciudad de Posadas el padre jesuita Roque González fundó la reducción de ´Anunciación de Itapúa´ que después de algunos años fue trasladada sobre la margen derecha del río Paraná”[10]
Gentile y la tesis del poblamiento europeo
Solo conocemos un autor que duda de ello cuando ya en el título de su trabajo deja ver su incertidumbre: ¿Posadas fue Itapúa?, y luego en el desarrollo sostiene una tesis contraria al asentamiento jesuítico – guaraní en esta márgen del río Paraná. Se trata de Antonio F. Gentile[11], escrito originalmente en la década del 30. Con precaria información defiende una idea que a veces parece querer fortalecer más una tesis personal, que sostiene principalmente un poblamiento de Posadas a través de la inmigración europea.
“Posadas es una ciudad nueva, su origen es europeo y no guaranítico”[12] es la idea que intenta demostrar, y para ello recaba en citas que para 1934, demuestran que ha hecho una investigación respetable, pero insistimos, para aquella época. Gentile mismo hace también una salvedad y deja abierto el debate cuando dice “esperamos que algunos mejor informados puedan agregar otros elementos de juicio y nuevos datos para desenterrar nuestra historia”[13]. Efectivamente hoy día tenemos a la mano otros elementos interpretativos.
En 1934 la arqueóloga Ruth Poujade no había excavado los relictos de lo que fuera la “trinchera”, Aníbal Cambas no aclaraba que se trataba de un “corral […para el] ganado […] con líneas divisorias de piedra como en toda la región, que pudiera haber sido base de la más tarde conocida Trinchera”[14]; los historiadores jesuitas: Furlong, Blanco, Storni entre otros, no habían escrito sus obras, tan sólidamente argumentadas cada una de ellas con su aparto erudito minuciosamente construido en base a documentos existentes en archivos europeos y americanos.
No es nuestra intención ahondar en el trabajo de Gentile pero debemos dejar expresado que su postura, en la que sostiene que Posadas no fue Itapúa, va a contrapelo de la tesis general ampliamente consensuada y al mismo aclarar que este investigador no contaba con muchas fuentes que hoy en día son de fácil acceso para cualquiera que quisiera indagar en la cuestión.
Lo expresado por Gentile en 1934 fue reimpreso por “la Comisión Central y la Comisión Ejecutiva de festejos del Centenario de la ciudad de Posadas”[15] en 1972. Tan sólo observar el nombre de estas comisiones ya nos dejan en claro la postura histórica tomada como criterio fundamental en aquel momento, celebrar el “centenario” aunque esta vez, el Centenario es de “la instalación del primer consejo municipal en el pueblo Trincheras de San José”, efeméride certera y veraz, de la que su comisión de festejos, tuvo a mano la investigación de Gentile y creyó pertinente su reimpresión sin mayor indagación.
Itapúa de Roque González
Relegada al anecdotario quedó entonces en los inicios de la década de 1970, la primigenia fundación que llevara a cabo el abnegado Roque González de Santa Cruz aquel 25 de marzo de 1615, cuando por honor a la fecha, denominó a la fundación como “Encarnación”[16], según la antigua terminología eclesiástica, o bien, de la “Anunciación” de Itapúa[17] términos que refirieren a la festividad católica conmemorada en dicha fecha. Se estima que la ubicación de este primer asentamiento era “a unos 200 m. al Oeste del [ex] puerto”[18].
En esta ocasión Roque González “levantó una gran cruz en medio del terreno que debía ser en breve un pueblo y comenzó la construcción de la iglesia y de las casas de los indios”[19]. El poblado continuó y se fueron sumando aquellos nativos que recibieron su mensaje de fe y la promesa de una vida mejor, en la concepción cultural de la época.
Existe documentación de puño y letra de Roque González narrando este hecho, hito histórico pues significa el primer asentamiento estable en el territorio que hoy ocupa la Ciudad de Posadas. Se trata de una carta que como parte de los informes anuales, enviara Roque González a su superior el P. Oñate en 1615, en la que el misionero expresa:
“y pareciéndome el sitio muy a propósito para que la Compañía hiciese una reducción les dije que quería levantar allí una cruz y ellos mismos, con ser infieles, ayudaron a levantarla. Volví a dar cuenta de ello al P. Marciel de Lorenzana, rector de aquel colegio de la Asunción y a pedir compañeros”[20].
Esto era en marzo de 1615, en julio del mismo año, el Padre Boroa se reunió con el P. Roque y lo encontró en las tareas misionales auxiliado “por un niño de unos diez años, llamado Miguel Dávila, quien le ayudaba en Misa y a buscar enfermos y otras cosas”.
De Miguel Dávila, quien como mencionamos antes, fuera ayudante de Roque González, tenemos la fortuna que llegara a nuestros días un testimonio suyo documentado, donde nos cuenta lo sucedido en estos términos:
“…Miguel Dávila, Vecino de Asunción (…) refiere lo que presenció durante los diez años que estuvo sirviendo de muchacho de los misioneros. ‘cuando el P. Roque González de Santa Cruz entró en el río Paraná, en el año 1615, a predicar el santo evangelio a los indios de dicho río, dio inicio a la reducción que hoy llaman Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa, al pueblo e iglesia. Ayudándole él en todo hasta que llegó como dos meses después el padre Boroa, que fue a ayudarle a acabar la reducción, iglesia y pueblo, donde quedó, porque el padre González acudió a otras partes de dicho río a apaciguar y reducir a los indios de él´…”[21].
Pero antes de emprender el viaje definitivo en cuyo transcurso fundaría en “Itapúa” la primera reducción sobre el Paraná, el P. Roque González se preocupó de obtener licencia de las autoridades políticas para realizar fundaciones. Esto quiere decir que su labor además de religiosa era civil, él estaba autorizado por las autoridades gubernamentales vigentes en esa fecha, de hecho muy probablemente emprende el viaje en persona por ser él quien obtiene “licencia” para hacer “fundaciones”.
El instrumento oficial que habilita la erección del nuevo poblado es una licencia emitida por su hermano, el Capitán Francisco González de Santa Cruz, quien desde el fallecimiento de D. Diego Martín Negrón, ocupaba oficialmente el cargo de gobernador interino del Río de la Plata y del Paraguay[22]; repasemos el texto de la autorización expedida en aquella ocasión:
“Licencia otorgada por el Capitán Francisco González de Santa Cruz, Teniente general de Gobernador en la ciudad de la Asunción, cabeza de las provincias del Rio de la Plata, Concepción y ciudad de Vera, al P. Roque González de Santa Cruz, ó á otro cualquiera de los Padres de la Compañía de Jesús.—Para que pueble y haga en nombre de S. M. tres ó cuatro reducciones en los puntos que mejor le pareciere, y en particular, enfrente del Itapúa, de la otra banda del Río del Paraná y sobre la laguna del Santa Ana, con los muchos indios infieles que los Padres de la Compañía de Jesús tienen apalabrados, para que allí sean doctrinados y enseñados en las cosas de nuestra santa Fe. Y lo mando so pena de 200 pesos para la Cámara de S. M. al que fuere osado á estorbarlo, castigándole además rigurosamente.—Fecho en 23 de Febrero de 1615”. [23]
Es claro que el documento otorga permiso para “Poblar” y “hacer” “Reducciones” en nombre de “Su Majestad”, a saber: Felipe III, “en particular, enfrente del Itapúa, de la otra banda del río Paraná”, y como se explicó antes, Francisco González escribe esto desde Asunción y por tanto “la otra banda” desde esa perspectiva no puede ser otra sino la costa sur del Paraná.
Este documento, harto elocuente por sí solo, es el aval oficial que legitima, en términos de un acto administrativo estatal, la fundación de la reducción de “…Itapúa” concretada luego por Roque González el 25 de marzo de 1615 en el preciso sitio encomendado por las autoridades civiles en gestión en aquella remota fecha. Fruto de cuya fundación perdura hasta nuestros días el asentamiento estable que a lo largo del tiempo poblaron distintos contingentes humanos, conformando una rica historia llena de vaivenes y que por distintas circunstancias llega a nuestros días con el nombre de Posadas.
La reducción de Itapúa, como fue conocida, fue el punto de partida y cabecera de puente para emprender la fundación de otras reducciones al oriente, como por ejemplo las que emprendió el mismo P. Roque cuando partiendo de aquí, llegó a la costa del río Uruguay y descendió por éste unas leguas, fundando antes la reducción de Concepción el 8 de diciembre de 1619. El tiempo demostraría lo acertado del emplazamiento pues “es éste uno de los escasos pueblos jesuíticos que nunca sufrió desplazamientos”[24]. Roque González regresa luego a Itapúa, pues sabemos que estaba allí asentado cuando “el 19 de octubre de 1619 hiciera su profesión solemne, junto al P. Diego Boroa, de manos del P. Pedro Romero, que se hallaba de paso” hacia la zona del Tape, hoy Brasil, donde éste religioso fundaría varias reducciones, avanzando con seguridad por las reducciones ya fundadas por el P. Roque.
Si bien, la reducción de Itapúa no fue la primera levantada por los sacerdotes jesuitas, sí es la primera en ser creada con guaraníes que nunca habían sido sujetos a encomienda[25], lo que significaba mayor esfuerzo diplomático y comunicativo. Éstos “neófitos” desconocían no sólo la fe que tanto bregaron los sacerdotes en darles a conocer, sino también ignoraban las costumbres del modo de vida urbano, los modos de la época y sobra decir, desconocían completamente la legua castellana. En el trabajo de aculturación, que en este sentido emprendieron los jesuitas, aquí representados por Roque Gonzalez y luego por Diego Boroa, hay elementos de la cultura guaraní que los jesuitas, incluido Roque González, omitieron modificar desde un principio, tales como su idioma. El guaraní prevaleció sobre la lengua española en estas tierras, y en las Misiones no fue obligatoria aunque sí enseñada, la lengua de “Castilla” entre los guaraníes por muchos siglos; en cambio, los religiosos prefirieron ellos aprender el guaraní y traducir la doctrina a este idioma.
El hecho que los guaraníes no fueran inducidos a comunicarse en español fue la acción que salvó gran parte de su cultura. La lengua guaraní y, por consiguiente, la identidad guaraní llega a nuestros días porque los jesuitas pusieron como condición sine qua non a sus miembros aprender este idioma para ser misioneros en estas latitudes; como tambien, a que la orden religiosa en el siglo y medio que regenteó estas reducciones, luego convertidas en pueblos prósperos, nunca obligó a que en ellas se hablase el español, sino que respetó el idioma de los naturales adaptándose los religiosos a éste. De este modo se conserva el uso del guaraní hasta nuestros días, de haber sido lo contrario muy probablemente se hubiera perdido el idioma originario, como es el caso de tantas etnias americanas con lengua propia que al ser “civilizadas” se les impuso el uso de la lengua de sus conquistadores, truncando su herencia cultural milenaria.
El Nombre “Encarnación de Itapúa”
La reducción original debe su nombre al acontecimiento celebrado en el calendario litúrgico de la iglesia católica como festividad de la “anunciación” a la “Virgen María”, evento que por convención se data precisamente nueve meses antes del 25 de diciembre, cuando se conmemora la “Natividad”. La festividad de la “Encarnación” o de la “Anunciación” conmemora el inicio de la gestación de Jesús y se celebra el 25 de marzo, fecha en la cual Roque levantó la cruz por primera vez en Itapúa fundando de este modo la reducción.
También pueden encontrarse afirmaciones más amplias y abarcativas como que “el nombre elegido para la reducción fue Nuestra Señora de la Anunciación de la Encarnación de Itapúa”[26]. A estos términos bíblicos se le suma, como vemos, la referencia toponímica de “Itapúa”, término también discutido en su referencia original. En una opinión se refiere al “cacique Itapúa”, ésta interpretación ha llegado hasta el último cuarto del siglo XVIII según nos narra Diego de Alvear cuando sostiene que Itapúa fue asentada “en tierras de un reyezuelo llamado Itapúa”[27]. En otra versión el término alude a una situación geográfica paisajística, una suerte de referencia visual por la cual se determinaba un sitio desde el río, cual mojón que determina un espacio. Este sitio se precisaba por la presencia de una gran piedra enclavada en la costa, o incluso en un islote que en forma de “piedra de punta”, actuaba como icono visual por el que los nativos hacen referencia al sitio denominándolo Itá Púa, que significa “piedra de punta o erguida”. Una tercera interpretación alude a la posibilidad que el cacique en cuestión, tomara el nombre del sitio en que residía junto a su tribu, o sea, “cacique de Itá-Púa”; versión que creemos muy factible.
Itapúa en la costa original
En 1615, San Ignacio guazú ya estaba consolidada y, en afirmación de Kohler, “era menester salir a hacer nuevas conquistas espirituales; así lo pensaron los superiores que enviaron a Roque esta vez a las márgenes del Paraná”[28].
Cuando regresó de pedir la autorización de parte de las autoridades políticas y de la Orden Jesuítica, para fundar una nueva reducción en la costa izquierda, o margen sur del Paraná; se enteró que sus anfitriones de Itapúa se habían enemistado con tribus de aguas arriba por su causa, éstas tribus recriminaban a los itapuanos el haber albergado al sacerdote que consideraban invasor de sus tierras. En una gresca producida entonces, los neófitos itapuanos defendieron la cruz, que junto a Roque habían levantado, del ataque de los hostiles que querían derribarla pero que sin lograrlo tuvieron que irse no sin gran disgusto y resentimiento para con los itapuanos de Roque.
El misionero nos deja un relato descriptivo de las vivencias que experimentó los primeros tiempos de su estadía en Itapúa:
“acomodéme en una chozuela junto al rio hasta que poco después, me dieron una cabaña algo mayor. A los dos meses, el P. Rector de Asunción me envió un auxiliar: el P. Diego de Boroa, quien estuvo allí al segundo día de la Pascua del Espíritu Santo. Ambos nos consolamos al vernos, por el amor de Dios Nuestro Señor en aquel lugar tan remoto y apartado. Instalamos con tabiques de tacuara dos pequeñas habitacioncillas y una capilla poco más ancha que el altar, donde decíamos misa. […] en aquella casita pasamos mil necesidades. El frío era tan intenso que nos quitaba el sueño. La comida consistía a veces en un poco de maíz cocido; otras en harina de mandioca”[29].
Sobre este sitio donde se establecieron los padres para estar junto a los nuevos fieles, hoy sabemos se trata de la costa posadeña, el mismo testimonio nos cuenta que:
“está en un lugar tan bueno que parece que con un pincel no se podría haber pintado mejor; además de la frescura de los prados y bosques siempre verdes está en un alto sobre el rio Paraná, que tiene allí como media legua de ancho y hace una gran ensenada que parece el mar”[30].
Para el 31 de julio de 1615 habían construido una iglesia más grande que la capilla que habían instalado antes.
Fue después de ello que Roque marchó hacia el Iberá, o laguna de Santa Ana como se la conocía entonces y permaneció allí tres meses organizando la reducción del mismo modo que ya lo había hecho en Itapuá. Pero la Congregación Franciscana le hizo saber que ellos estaban atendiendo espiritualmente esos pueblos y Roque de buen modo regresó a Itapúa para noviembre de 1615. Hoy día, la Basílica de Itatí en sus vitrales exhibe la figura de un jesuita y un franciscano, conmemorándolos de este modo como fundadores de este pueblo.
Para 1616 el padre Diego de Boroa era destinado a otro sitio y reemplazado por el P. Francisco del Valle. Gracias a testimonios justamente de éste sacerdote sabemos que para ese año el poblado atravesaba serias dificultades:
“para la cuaresma […] la comida se reducía a un huevo y cardos silvestres”, para más poco después se dispersó sobre esa población “una peste” que durante medio año prácticamente diezmó la población[31] teniendo en cuenta los fallecidos y los que habían regresado a la selva por temor a ser contagiados.
Hacia finales de 1617 Roque volvió a Asunción con el objetivo de obtener de parte del P. Oñate, entonces Provincial, autorización para emprender exploraciones por el alto Paraná y hacia el Uruguay. Licencia en mano para hacerlo, las dificultades empezaron a su regreso a Itapuá, donde no consiguió quien lo acompañara en la travesía aguas arriba. Los itapuanos y los santaneros del Iberá consideraban que las tribus arribeñas los atacarían y atentarían contra la vida del P. Roque en particular. Solo los neófitos de San Ignacio, alejados del Paraná y desconocedores de las rencillas de los ribereños, lo acompañaron.
En este viaje se percibe cómo Roque una y otra vez enfrenta a la muerte desafiante; poco habían recorrido cuando ya tuvieron su primer altercado de seriedad, claro signo que las tribus del alto Paraná no le eran amigables sino muy al contrario.
Escenas de confrontación de parte de los nativos de las riberas del Paraná aguas arriba de Itapúa, se sucedieron una y otra vez durante esta misión apostólica de Roque, pero este con su elocuencia de contenido religioso logra disminuir la irritación de los originarios que terminan accediendo a su paso en todas las ocasiones. Mucho fue el riesgo para la integridad física del misionero en este viaje pero ésto no lo desanimó, y de regreso, aun sin haber obtenido muchos frutos entre los alto-paranaenses, decide emprender una vez más una misión hacia el río Uruguay.
El traslado de la Reducción de Encarnación Itapúa, documentación disponible para su cronología
Que la reducción de Itapúa fue trasladada a la orilla opuesta, en la actual ciudad de Encarnación, es un hecho histórico conocido y consensuado tantas veces como el de la fundación en la costa hoy argentina. El dato que al respecto es aun hoy objeto de investigación es la fecha, exacta o aproximada, de este traslado. Según Guillermo Furlong ésto ocurrió en 1621, este autor nos trae noticias de una carta del P. Boroa. Pero la afirmación de Furlong no es del todo clara en cuanto a la datación. Analicemos la cita:
“Sólo seis años estuvo esta Reducción de Itapuá en territorio actualmente argentino, después de su fundación, ya que en 1621, por diversas razones, fue trasladada al norte del Paraná y ubicada donde se halla al presente la ciudad paraguaya de Villa Encarnación. Escribía después el Padre Boroa: Pasamos de esta banda del Paraná a buscar punto para la reducción, y Nuestro Señor nos [la] deparó tal cual se puede desear, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda”[32].
Aquello que escribía el P. Boroa era después de pasar a la banda del río, donde hoy se encuentra. Pero, ¿cuándo exactamente?, pues según la cita de Boroa no hay elementos cronológico para datar el traslado, sino solo en la afirmación de Furlong. El P. Furlong dice: “escribía después el P. Boroa”, pero sin fechar este testimonio.
Por otra parte, Boroa en su testimonio nos da una pista de la razón del traslado cuando dice que el sitio elegido es “más sano que el de la otra banda”. Bien podría ser que se pasó a la banda noroeste del río justamente a buscar sitio para un nuevo asentamiento y determinarlo sin que esto implicara el inmediato traslado, sino sólo el comienzo de la construcción del nuevo pueblo.
Decimos esto porque Kohler afirma, basándose en el mismo testimonio del P. Boroa, también sin fecharlo, que se “traslada la reducción hacia 1625 (…) a su solar definitivo”[33]; de lo que se desprende que el pueblo de Itapúa permaneció diez años, y no seis, en la costa sur del Paraná.
Casiano Carvallo, en su obra “Posadas en pos de su cronología”, data el traslado del asentamiento principal del núcleo poblacional de la reducción en 1634[34].
Saber el momento del traslado de la reducción no es un dato menor e irrelevante, dado que no podemos deducir el grado de crecimiento y avance material de la reducción en la margen izquierda del rio Paraná si no conocemos el periodo total que permanecieron en ella, pues sería distinto el escenario predecible si conociéramos con alto grado de certeza que la reducción ocupó este sitio por el lapso de 6 años, de 10 años o por el de 19 años. Es de esperar mayores avances en las edificaciones, por ejemplo, en un periodo más prolongado y lo mismo con respecto al arraigo al entorno y a su residencia de parte de los naturales.
Documentación indirecta que podría pulir la datación del traslado
Una fuente que nos puede ser muy útil para discernir este punto es el trabajo del P. Hugo Storni, publicado en Roma por el Institutum Historicum S. I. en 1980, se titula: “Catálogo de los Jesuitas de la Provincia del Paraguay (Cuenca del Plata) 1585 – 1768”. Este trabajo es casi técnico, una recopilación de datos de los jesuitas que trabajaron en la Cuenca del Plata entre el periodo que menciona su título. El libro no es una narrativa histórica que pretenda describir algún acontecimiento, sino más bien es una lista ordenada de nombres y fechas documentadas, de los protagonistas miembros de la orden jesuita que llevaron adelante sus misiones en esta zona de América.
Storni ordena alfabéticamente por apellido y nombre a estos jesuitas que han misionado en la “provincia del Paraguay”, y para ello recurre a fuentes manuscritas del “Archivum Romanum Societatis Iesu” y bibliográficas, de donde se toman las fechas de: Nacimiento (fecha y lugar), Ingreso en la Compañía (fecha, Provincia Jesuítica y país actual), primeros votos (fecha y lugar), llegada a [la Prov. Jesuítica del] Paraguay (fecha y lugar), ordenación sacerdotal (fecha y lugar), últimos votos (fecha y lugar), última noticia conocida (fecha y lugar), fallecimiento (aclarando se trate de “muerte violenta” o “en servicio de Caridad”). En algunos casos: dimisión y/o expulsión (esta última se refiera a la de 1767-68).
En este meticuloso trabajo nombra a los religiosos de la Compañía de Jesús que estuvieron en la reducción de Encarnación de Itapúa cuando ésta se encontraba en uno u otro lado del río Paraná, a partir de lo cual puede inferirse estimativamente el periodo en que el núcleo poblacional principal de la reducción permaneció en cada orilla. A continuación transcribimos algunos de ellos:
Sacerdote Jesuita |
Acontecimiento documentado |
“Reducción” |
Provincia / Departamento actual |
País Actual |
Fecha |
Boroa, Diego de |
Últimos votos |
Encarnación |
Misiones |
Argentina |
18/10/1619 |
Romero, Pedro |
Últimos votos |
Encarnación |
Misiones |
Argentina |
20/10/1619 |
Gonzalez de Santa Cruz, Roque |
Últimos votos |
Encarnación |
Misiones |
Argentina |
20/10/1619 |
De Boschere, Pedro |
Últimos votos |
Encarnación |
Misiones |
Argentina |
01/11/1626 |
Bernal, Antonio |
Últimos votos |
Encarnación |
Misiones |
Argentina |
22/11/1626 |
Álvarez, Pedro |
Últimos votos |
Encarnación |
Misiones |
Argentina |
04/11/1629 |
Porras, Juan de |
Últimos votos |
Encarnación |
Misiones |
Argentina |
11/04/1632 Último en Arg. |
Pastor, Silverio |
Últimos votos |
Encarnación |
Itapúa |
Paraguay |
25/10/1637 Primero en Py. |
Gutiérrez, Alonzo |
Últimos votos |
Encarnación |
Itapúa |
Paraguay |
26/12/1643 |
Formoso, Adrian |
Fallece |
Encarnación |
Itapúa |
Paraguay |
24/03/1649 |
Como puede observarse, el último jesuita con uno de sus datos biográficos en “Encarnación de Itapúa, Misiones, Argentina” es el P. Juan Porras, que hizo sus últimos votos en esta reducción el 11 de abril de 1632. El próximo dato será del P. Silverio Pastor, iguales votos, el 25 de octubre de 1637, pero esta vez está consignado en “Encarnación, Itapúa, Paraguay”. Recordemos que el departamento paraguayo fronterizo, frente a la ciudad de Posadas, se denomina aún hoy en día Itapúa y la ciudad “Encarnación”.
Para el caso del P. Juan de Porras, ubicado en Argentina en 1632, el dato es tomado de la fuente manuscrita: documento “Hispania, 42,186” en el “Archivun Romanum Societatis Iesu”, y para el caso del P. Silverio Pastor, ubicado en Paraguay[35] en 1637, del mismo archivo, documento “Hispania, 38,9”. O sea, en ambos casos se trata de datos tomados de fuentes documentales manuscritas y de época.
Por lo que de todo el análisis de ésta fuente indirecta pero muy precisa en fechas y lugares, inferimos que el periodo en el cual se habría producido el traslado de la reducción desde la margen hoy Argentina del río Paraná a la margen hoy paraguaya, debió ser entre abril de 1632 y octubre de 1637. Dejando como mínimo a abril de 1632 como último momento de ocupación masiva de este sitio de parte de los habitantes de la reducción de Itapúa. Por ende, el periodo de ocupación permanente de este espacio de parte de toda la reducción fue, según ésta fuente, de un lapso no menor que de 17 años. Es decir, desde 1615 a 1632 cuando menos.
El problema de las Anuas
Las fuentes que por excelencia debiera brindarnos datos sobre estos hechos, y dejar consignado una fecha de traslado de la reducción de una orilla a la otra del río Paraná, serían las Cartas Anuas de la época. Pero existen baches también en estas fuentes. Veamos, por ejemplo, lo que nos informa Meader al respecto:
“…En 1927 el Director del Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Dr. Emilio Ravignani, inició la publicación de las anuas de 1609-1614, y más tarde las de 1615-1637, en dos gruesos volúmenes que formaron parte de la COLECCION DE DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA ARGENTINA (vols. XIX y XX) que editara ese instituto [con estudio preliminar del P. Leonhardt SJ. […] dicha edición incluyó en el tomo XIX siete cartas: las de 1609, 1610, 1611, 1612, 1613, 1614 y 1615; y en el tomo XX otras tantas que correspondían a los años 1616,1617, 1618, 1620,1628-1631 y 1635-1637. Quedaron sin cubrir los años 1621-1627 y 1632-1634 cuyas cartas no fueron halladas”[36].
Por falta de recursos la Universidad de Buenos Aires no siguió editando esta colección, pero en 1979 se llevó a cabo de parte del Instituto de Investigaciones Geo Históricas una continuación del trabajo del Instituto Ravignani.
Fuentes obtenidas gracias a Bergoglio
Cincuenta años después que Ravignani iniciara la publicación de las Anuas, el Instituto de Investigaciones Geo Históricas (IIGHI) daba continuidad a las publicaciones de estas fuentes; nos cuenta Meader que:
“de las Cartas Anuas se conserva una copia en el Colegio Máximo de la Compañía de Jesús en San Miguel (prov. de Bs. As.). Allí están depositadas fotografías del original conservado en el Archivo Romano de la Compañía de Jesús (ARSI) así como también las traducciones realizadas por el P. Leonhardt y sus notas, dado el tiempo transcurrido tomamos contacto en 1979 con el Prepósito Provincial de la Provincia Argentina de la Compañía de Jesús, R. P. Jorge M. Bergoglio SJ. Quien nos autorizó a examinar ese material y a proseguir si era posible, la reedición de las Anuas interrumpidas en 1929”.
En la advertencia de la edición de las anuas de 1637-1639 del IIGHI, publicadas en 1984 se deja expresado la gratitud “al P. Jorge Bergoglio por su comprensión y apoyo…”[37].
1632 – 1634: Fecha probable resultante para datar el traslado de la reducción desde el territorio de la actual Posadas hacia el de la actual Encarnación
De estos datos podemos dar lugar a una nueva hipótesis, sabemos que las anuas publicadas por el Instituto Ravignani, a saber: de 1609 a 20, 1628 a 31 y 1635 a 37 no hablan del traslado, aunque no se encontraron para su publicación las de 1621 a 27 y 1632 a 34. Y si a estos periodos contrastamos los datos de los misioneros aportados por el P. Storni que nos permite inferir que a 1632 la reducción estaba aún en la costa sur del río, actual Posadas; solo queda el espacio temporal para el traslado en el periodo comprendido entre 1632 a 1634, del que no existen anuas, pues en las anuas a partir de 1635 en adelante no se menciona la reubicación o traslado. Todo esto teniendo en cuenta que una novedad tan trascendental como ser el traslado de un pueblo de un punto de asentamiento hacia otro, por más que sea cercano, no es un dato que pueda escapar al reporte de novedades al que se dedicaban las anuas en su tono siempre tan peculiar. Dejamos entonces propuesto al análisis y consideración, esta nueva periodización del asentamiento itapuano en la costa sur del río Paraná, actual Posadas.
La ocupación del espacio tras el traslado de la reducción a la ribera noreste
Según venimos afirmando la primigenia reducción de Encarnación de Itapúa se traslada a la otra ribera, hoy paraguaya, del río Paraná entre 1632 y 1634. Entonces, prosperará allí la reducción hasta tiempos de la expulsión, 1768, y luego pervivirá el poblado bajo la administración colonial hasta la gesta emancipadora de 1810, a la que la élite gobernante asuncena no adhiere sucintando de parte de la primera junta el envió de la expedición de Belgrano.
Pero habiéndose mudado el poblado, ¿qué sucedió con el territorio donde Roque González había enclavado la cruz fundacional originalmente?
Una de las fuentes que nos puede dar una idea del destino de este espacio territorial es el “Inventario de bienes hallados a la expulsión de los Jesuitas y ocupación de sus temporalidades por decreto de Carlos III”. Si leemos en esta valiosísima obra de Francisco Javier Brabo lo concerniente al Pueblo de “Itapúa”, podremos encontrar el testimonio del P. Félix Urbina, sacerdote del pueblo al momento de la expulsión, el 18 de septiembre de 1768. En dicho inventario elaborado por el “cura del pueblo” y revisado por las autoridades actuantes, se deja expresado bajo el ítem: “Estado de las estancias de una y de otra banda del Paraná”; esta sola mención a “la otra banda” debería hacer notar a cualquier investigador que la ocupación de la costa hoy argentina donde primeramente se fundara la Reducción de Itapúa, continúo como mínimo hasta la expulsión (1768) pero esta aclaración es muy difícil de hallar en los textos de historia regional.
Retomando los datos del inventario, la cantidad del ganado perteneciente al pueblo. Y sus números no son insignificantes. Transcribimos abajo de modo textual lo que allí se dejó asentado:
“En la estancia grande de la otra banda hay lo siguiente, que se contó en veinte de abril de de mil setecientos sesenta y ocho.
Vacas en tres rodeos, cuarenta mil doscientas.
Caballos, mil doscientos.
Caballos para fiesta de Nuestra Señora, trescientos y diez y nueve.
Yeguas, cría de caballos y mulas, en tres puestos, cuatro mil quinientas y ochenta.
Mulas chúcaras, trescientas diez y ocho.
Burros hechores, ciento y dos.
Ovejas, cinco mil cuatrocientas y ochenta.
Bueyes, veinte y cuatro.
Burros, ochocientos y diez y seis”[38].
Más adelante se menciona también el ganado de “la estanzuela de esta banda…”, y aquí también el concepto utilizado arroja mucha luz sobre la ocupación del espacio; El Cura a cargo de la reducción escribiendo desde la actual Encarnación (Py) consigna: “en esta banda”, esto es donde lo habían ida a buscar los soldados y funcionarios coloniales, donde estaban las casas, la iglesia y solo una pequeña estancia de ganado o “estanzuela” pues la estancia grande que se describió antes, estaba del otro lado del río en la Rinconada que había erigido el pueblo en aquel sitio, agregamos, pues la jurisdicción era solo una por más que estuviera atravesada por un río de magnitud, y faltaba mucho tiempo para que las fronteras nacionales se delimitaran.
El ganado que compartía la misma costa que las casas del pueblo, la iglesia y demás dependencias era de mucho menor cantidad [39] Y luego también una mención del inventario es muy significativa, veamos:
“Item, en el paso del Paraná hay veinte canoas para el uso del paso, y dos viejas.
Item, tres barcos, uno nuevo y dos viejos.
Item, tres botes, dos viejos y uno nuevo.”[40]
De esta última referencia es especial el dato: “veinte canoas para el uso del paso”. Deducimos que el tránsito entre una y otra banda era frecuente y común. Y, a juzgar por la cantidad de embarcaciones, no es gran riesgo inferir que la navegación del río era para el pueblo Encarnación de Itapúa una práctica ordinaria y cotidiana.
El que se refiera a la “otra banda del Paraná” desde el pueblo donde se encontraba al momento de la expulsión, se entiende se trata de la costa, hoy Argentina, enfrentada a aquella Encarnación de Itapúa entonces inventariada, o sea el actual territorio de Posadas. Además podemos decir que de este lado del río, el pueblo de Itapúa poseía mínimo tres espacios definidos donde practicaba su actividad ganadera, ya que tenía sus “Vacas, en tres rodeos” y sus “Yeguas […] en tres puestos”. Tal cantidad de rodeos y puestos solo pueden haber sido cuidados por personal estable en ellos, por lo que las viviendas del personal encargado de atender el ganado habría estado cercanas al ganado, o sea, de este lado del río, ocupando el espacio de modo permanente y continuado, como mínimo hasta la expulsión de los jesuitas. Todos estos datos nos están diciendo que la reducción de Encarnación de Itapúa no dejó de explotar el territorio donde se fundara originalmente, sino únicamente mudo las viviendas del pueblo a otro espacio por razones sanitarias como antes vimos argumentó el P. Boroa.
Destacamos el hecho que para referirse al ganado ubicado en esta costa se titula: “En la estancia grande de la otra banda…” y para hacer lo propio del mismo lado del río donde se encuentra el pueblo se dice: “En la estanzuela de esta banda…”. Lo que nos hace suponer, además del los datos cuantitativos de ganado en una y otra, que el grueso de la actividad ganadera del pueblo de Itapúa estaba enclavado en el sitio de la primigenia fundación. Donde sabemos existió un cercamiento perimetral de piedra conocido como “Rincón” o “Rinconada”
La revisión y crítica del concepto del “espacio vacío”
En el trabajo de Héctor Jaquet titulado “En otra Historia” este autor comparte la autoría del capítulo II con Norma Oviedo y Ángela Perié de Schiavoni, éstos investigadores se proponen ir “tras los pasos de los guaraníes perdidos [… en la] etapa de transición 1768-1865”. En esta revisión se alejan de la tesis del “espacio vacío” vigente en algunas bibliografías y para el área que aquí nos ocupa presentan un esquema de ocupación pocas veces expresado en la historiografía regional.
Itapúa, lejos de decrecer en el periodo de administración criolla y pos proceso de emancipación, fue sumando pobladores. Pero este “incremento de población no india en Itapúa obligó a las autoridades a radicar a los guaraníes en el pueblo del Carmen”[41]. Éste pueblo constituía una encrucijada de caminos entre los pueblos de una y otra banda del Paraná, por lo tanto el tráfico de productos y personas era contante, razón por lo cual, Gaspar Rodríguez de Francia militariza la zona con “campamentos militares y guardias de paraguayos en la orilla izquierda del Paraná, …destacamentos encargados de retener o autorizar el paso”[42]. Al parecer los “indios… en constante transmigración” transitaban este punto en ambos sentidos, a veces huyendo de la precarización creciente de sus otrora prósperos pueblos o volviendo a ellos tras campañas militares o fugas infructuosas en busca de un bienestar en vano buscado en otros pueblos de las ex misiones.
Ya para “1833, el campamento de la rinconada […] aportaría con su presencia a la reestructuración de la sociedad regional e integraría a los indios en una nueva actividad: las labores de la construcción […] la edificación de una gran muralla de piedra [es obra] en que participaron los guaraníes como peones, obrajeros, transportistas o maestros albañiles…”[43]. Los autores mencionados estiman que la “obra se llevó a cabo desde 1834 hasta 1840”[44], por lo que vemos nuevamente dilatarse el periodo de ocupación constante según ésta fuente. El campamento se iría transformando en poblado con la gran cantidad de indios que allí trabajaban en todo tipo de labores. Luego por distintas circunstancias políticas, hacia 1858 había perdido su dinamismo despoblándose en la mayor parte. Las tropas paraguayas “hacen esporádicas visitas en la zona, [el sitio seguía usándose] para descansar y dar de comer a los caballos”[45].
Resumiendo, tras el desplazamiento del poblado, la reducción de Encarnación de Itapúa cambió el asentamiento de las viviendas del pueblo y mudó a ellas a la mayoría de los habitantes. Pero el río nunca significó una frontera o un límite para ellos y siguieron ocupando y explotando económicamente aquel lugar de asentamiento original, sin abandonarlo del todo. Creemos que los itapuanos y sus descendientes en primer lugar y luego los criollos paraguayos y argentinos siguieron dominando el sitio hasta la mismísima Guerra de la Triple Alianza cuando entonces:
“Proveedores con sus carretas, acompañaban al ejército brasilero y como éste se demorase aquí, las carretas se transformaron en ranchos con carnicería, panaderías, mercerías, tiendas, etc., cuyos dueños peticionaron en 1869 al gobierno de Corrientes para que se delinease solares, solicitud que fue atendida, terminándose la mensura en 1873 con la denominación de Trinchera de San José en los documentos oficiales, pero con la de Itapuá entre el pueblo”[46].
En el relato anterior que pertenece al famoso agrimensor Foulliand, este nos deja ver cómo en “el pueblo” aún estaba arraigado el nombre de “Itapúa” en 1873 y, caso curioso, ocurriría una circunstancia similar solo una década después, Lucas Braulio Areco en su “documentación Histórica…” rescata un caso semejante, en las Actas del Consejo Municipal persiste una “extraña insistencia” en usar el nombre, esta vez, de “Trincheras de San José” en lugar de Posadas. En la primer acta de 1881 puede leerse
“8 de enero de 1881
En este pueblo de Trincheras de San José cabeza del Depto. de Candelaria…”[47]
A pesar que la denominación Posadas era oficial desde 1879, sus habitantes seguian fieles a topónimo anterior; Areco es concluyente en su opinión al respecto, para él:
“Ello prueba el arraigo del viejo nombre del pueblo [Tincheras] ya que pese a la antigüedad de casi dos años la gente no se acostumbraba al nombre de Posadas, o simplemente se resistía a usarlo… Cosa igual [el uso del nombre Trincheras y no el de Posadas] continúa hasta la última Acta de este Libro, o sea la del 15 de enero de 1884, como si se ignorara el nombre nuevo dispuesto por decreto oficial”[48].
Y a decir verdad, si se cambiara hoy el nombre de Posadas por otro, si eso fuera posible, Posadas perduraría en la identidad de los “posadeños” como mínimo una generación, si no más.
Itapúa, Encarnación, Anunciación, Rinconada, Trincheras de los paraguayos, Trincheras de San José y por último Posadas; denominaciones de un sitio con un magnetismo especial, escenario de la historia por más de 400 años, punto neurálgico donde convergen todo tipo de habitantes con todo tipo de propósitos, por donde literalmente fluye la riqueza del territorio y también sus habitantes. ¿Se extinguió en algún momento la llama civilizadora que encendiera Roque González de Santa Cruz o permaneció encendida a lo largo de cuatro siglos de modo consecutivo?
[1] Furlong, G. Misiones y sus Pueblos de Guaraníes. Buenos Aires: Theoria, 1962. p. 150
[2] Del Techo, N. “Historia de la Provincia del Paraguay de la Compañía de Jesús” Madrid: Uribe, 1897. p. 323
[3] Kohler, L. Los tres héroes de Caaró y Pirapó. Posadas: Montoya, 1978. p. 43.
[4] Avila, Miguel de. Citado en: Kohler, L. Los tres héroes de Caaró y Pirapó. Pdas. Montoya, 1978. p. 44.
[5] Cambas A. Centenario de la Ciudad de Posadas. Posadas: Municipalidad, 1970. s/pág
[6] Cambas A. Idem.
[7] Cambas A. Idem.
[8] Cambas A. Idem.
[9] Cambas A. Idem.
[10] Cambas A. Idem
[11] Gentile A. “¿Posadas fue Itapúa?” Posadas 1972 (reedición).
[12] Gentile A. Idem
[13] Gentile A. Idem
[14] Cambas A “Centenario de la ciudad de Posadas” Posadas: Municipalidad, 1970.
[15] Perie de Schivoni A. “Prologo a la reimpresión de ¿Posadas fue Itapúa?” Municipalidad de Posadas, 1972.
[16] Furlong, G. Misiones y sus Pueblos de Guaraníes. Buenos Aires: Theoria, 1962. p. 150.
[17] Stefañuk, M. A. Diccionario Geográfico Toponímico de Misiones. Buenos Aires: Contratiempo. 2009. p. 623.
[18] Stefañuk, M. A. Diccionario Geográfico Toponímico de Misiones. Buenos Aires: Contratiempo. 2009. p. 623.
[19] Furlong, G. Misiones y sus Pueblos de Guaraníes. Buenos Aires: Theoria, 1962. p. 150.
[20] Anuas de la provincia del Paraguay, Chile y Tucumán, de la compaña de Jesús 1615-1617. Documentos para la historia Argentina. Buenos Aires: Fac. de Filosofía y Letras, Inst. de Inv. Histórica, 1929. p.23.
[21] Dávila, M. Declaración Jurada. Asunción, 28 de Febrero de 1652. Archivo de Indias, Sevilla. Citado en: Micó, T. Antecedentes históricos de Encarnación de Itapúa. Asunción, 1975. p. 25.
[22] Techo, Del. Nicolás “Historia de la Provincia del Paraguay de la Compañía de Jesús” Madrid: Uribe, 1897. p. 326
[23] Pastells, Pablo. Historia de la Compañía de Jesús en la provincia del Paraguay: 1568 1638. Tomo I. Madrid: Victoriano Suárez, 1912. p. 258
[24] Stefañuk, M. Evolución de la Cartografía de Misiones. Posadas: Montoya, 1991. p. 31.
[25] Micó, T. Antecedentes históricos de Encarnación de Itapúa. Asunción, 1975. p. 36.
[26] Snihur, E. A. El Universo Misionero Guaraní. Buenos Aires: Golden Company, 2007. p. 58.
[27] Micó, T. Antecedentes históricos de Encarnación de Itapúa. Asunción, 1975. p. 9
[28] Kohler, L. Los tres héroes de Caaró y Pirapó. Posadas: Montoya, 1978 p. 39
[29] Kohler ídem p. 40
[30] Kohler ídem p. 40
[31] “de 4000 bautizados solo quedaron en la reducción alrededor de 300 indios” Kohler, L. Los tres héroes de Caaró y Pirapó. Posadas: Montoya, 1978. p.41
[32] Furlong, G. Misiones y sus pueblos de guaraníes. Buenos Aires: Theoria, 1962.
[33] Kohler, L. Los tres héroes de Caaró y Pirapó. Posadas: Montoya, 1978. p. 44.
[34] Stefañuk, M. A. Diccionario Geográfico Toponímico de Misiones. Buenos Aires: Contratiempo, 2009. p. 623.
[35] Paraguay en tanto país actual, no provincia colonial ni jesuítica.
[36] Maeder, E. Cartas Anuas de la Provincia del Paraguay: 1637-1639. Buenos Aires: FECIC, 1984.
[37] Maeder, E. Cartas Anuas de la Provincia del Paraguay: 1637-1639. Buenos Aires: FECIC, 1984.
[38] Brabo, F. Inventario de bienes hallados a la expulsion de los Jesuitas. Madrid: Rivadeneyra, 1872. p. 324.
[39] Vacas: 5600; Yeguas: 318; Caballos: 500; ovejas: 1947; bueyes: 2287. El único ganado que en número excede al de la estancia del lado hoy argentino es el de los bueyes, animales que es sabidos son usados para trabajos de la tierra, en trabajos agrarios como ser tiro de arado y transporte de cosechas. Es muy probable hayan sido usados para el cultivo de las “sementeras que los indios llaman Tupambae, ó comunes” que también describe el inventario de Brabo.
[40] Brabo, F. Inventario de bienes hallados a la expulsion de los Jesuitas. Madrid: Rivadeneyra, 1872. p. 325.
[41] Jaquet H. “En otra Historia” Posadas; Editorial Universitaria,2001. p.72
[42] Jaquet H. Ídem. p.74
[43] Jaquet H. Ídem. p.78-79
[44] Jaquet H. Ídem. p. 80
[45] Jaquet H. Ídem. p. 86
[46] Foulliand, F. Historia de Misiones. [Posadas], 1917. p. 11
[47] Areco L. “Documentación Histórica de Posadas (1872-1920)” Posadas; Montoya, 1985. p. 49.
[48] Areco L. Ídem.